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jueves, 2 de abril de 2009

LA MESA - Apuntes de Historia

El territorio de La Mesa en tiempos prehispánicos se encontraba bajo el dominio de la nación  Panche y su nombre nativo era Doyma. En  épocas tempranas de la colonia se conoció como la Mesa de Juan Díaz, en razón a que el primer encomendero de estas tierras fue  El conquistador Juan Díaz Jaramillo.
Oleo "La Mesa - antigua"
Archivos Municipales. 
 Según los registros, Díaz Jaramilló integró  la hueste de Nicolás de Federmán y fue  uno de los compañeros de Hernán Venegas y de Yañez Tafur en la "pacificación" del territorio de Tocaima. 
Juan Díaz,  en las tierras de su encomienda  tuvo la fortuna de encontrar una mina de oro, dicen unos, mientras otros mencionan una "guaca" nativa, gracias a la información de uno de sus esclavos a quien posteriormente hizo ahorcar con el fin de  guardar  el secreto del sitio de la mina. 
Las crónicas refieren que  fue el primero que trajo a Tocaima "muchos ganados de puercos" y sembró mucho maíz. Mencionan además, que se volvió prestamista gracias a la gran fortuna que logró con el oro que extraía de la mina, mina de la que jamás se supo su localización. Su oficio de prestamista y los altos réditos que cobraba le generaron enemistades y numerosos pleitos ante el tribunal, de los cuales salió siempre bien librado por su generosidad con los funcionarios y hasta con el Rey.
La Universidad Nacional en Maguare No.22, publica un aparte de una probanza firmada por el Adelantado Gonzalo Jiménez de Quezada, por un préstamo de dos mil pesos oro que Juan Díaz efectuó al Rey:
 “[…] que el Mariscal don Gonzalo Jiménez de Quesada e los oficiales de Su Majestad de la Real Hacienda fueron a hablar al dicho Juan Díaz e entender de lo que podría prestar a Su Majestad al presente, e él les respondió luégo que con toda voluntad les sirviera con lo que tenía pero que estaba todo en hacienda e que serviría e prestaría dos mil pesos de oro, los cuales luégo dió con toda voluntad e como buen servidor e vasallo […]
Para su comodidad  Juan Díaz construyó  una magnífica casa de amplias proporciones,  "una de las mejores y más lujosa de la época", conocida como  "La Casa-Grande de Juan Díaz", para la cual  trajo  materiales de Santafé y suntuosos azulejos  desde España. 
Hacia 1581, se registró la inundación del Río Pati, (Río Bogotá), que trajo consigo una avalancha que arrasó la casa de Juan Díaz y la de otros vecinos, Juan Díaz murió en la inundación; según Ocaris  las ruinas de la casa de Díaz, sirvieron "...para hermosear la Iglesia Parroquial, la de Santo Domingo en la nueva ciudad de Tocaima que construyeron y la Limpia Concepción en Santafé..." (De los azulejos de la casa de Juan Díaz, aún se conservan algunos en el techo de la Iglesia de la Concepción en Bogotá.
El misterio de la mina, las extrañas muertes con las que secretamente le involucraban, su recio carácter con los naturales, sus escasas amistades,  las continuas disputas  con aquellos a quienes favorecía con préstamos por  apropiarse  de  bienes en pago de las deudas, y el hecho de morir ahogado en la inundación, derivaron a su alrededor extrañas y míticas      historias   de su vida y de su muerte.